Me asombra el poder de las ideas. A veces olvidamos que muchas innovaciones revolucionarias se basan en ideas muy simples. A menudo, en nuestros negocios, asumimos que nuestras ideas deben encajar en lo ya hecho. ¿Por qué no pensar en lo que nunca se ha hecho? ¿Por qué no pensar en cómo cambiar el mundo para mejor con una idea sencilla?
Toda la revolución industrial se desencadenó por la simple idea de que si una persona realizaba la misma tarea repetidamente, mejoraría en ella y, por lo tanto, podría realizarla con mayor rapidez. Esto, en esencia, es lo que los economistas denominan especialización y división del trabajo. Como resultado de la aplicación de esta simple idea, los talleres unipersonales, donde una sola persona creaba un producto desde cero, fueron reemplazados por fábricas gigantescas donde cada persona realizaba una parte simple del proceso. Como resultado, los productos se produjeron a menor costo y de forma más consistente.
Otra idea muy simple es el uso de petróleo refinado para impulsar motores. Nos hemos acostumbrado tanto a la idea de que el petróleo es una fuente de energía que olvidamos que, en esencia, su único uso es su alta inflamabilidad. Sería difícil exagerar el impacto que el uso de esta sustancia ha tenido en el mundo. Esta propiedad ha generado enormes cantidades de riqueza, ha provocado guerras y ha mejorado significativamente la movilidad humana. Sin embargo, en esencia, solo es útil porque se expande al encenderse y, por lo tanto, es capaz de mover un pistón.
Internet también se basó en una idea muy simple. Es quizás el desarrollo económico más significativo de los últimos 20 o 30 años y, sin embargo, según tengo entendido, se basa, en su nivel más básico, en algo muy simple. Alguien, en algún lugar, se dio cuenta de que si conectaba dos computadoras con un cable, una persona en cualquiera de los dos dispositivos tendría acceso a la información de ambos. Esto se aplicó a gran escala hasta el punto de que ahora, efectivamente, tenemos acceso a la información en una cantidad masiva de computadoras y servidores en todo el mundo.
Internet sustituyó a la imprenta como motor clave para la distribución masiva de información. La imprenta en sí misma también era un concepto muy simple. En lugar de duplicar información reescribiéndola constantemente, alguien imaginó que podría crear un sello con esa información. Si bien crear el sello tomaría más tiempo que escribir un documento, una vez creado, podría volver a sellarse en mucho menos tiempo que escribir el mismo documento.
Blockchain es otra idea sencilla. Suena abstracto, pero en su nivel más básico, es simplemente una pequeña modificación en la forma en que se realiza la programación informática actual. En su nivel más básico, se trata simplemente de conectar bloques de datos entre sí de forma que estén interconectados y, fundamentalmente, sean casi imposibles de editar o borrar. Esto, al extrapolarse a millones de aplicaciones, probablemente cambiará la forma en que se realizan los negocios en los próximos años.
Escribo esto porque la mayoría de la gente asume que cambiar el mundo es algo reservado para doctores que visten batas universitarias. Si bien esto es cierto en muchos casos, en mi opinión lo es porque quienes trabajan en esos entornos están completamente dedicados a ese objetivo, y no porque sean más talentosos que tú o yo. Así que, al comenzar el día y observar el mundo, date cuenta de que tú también podrías participar activamente en su progreso. Cuando pienses en tu próxima idea de negocio, anímate a pensar en cómo podrías cambiar el mundo.