Un ascenso y caída

El auge y la caída de Kanye West son un caso interesante de todo lo que está bien y todo lo que está mal en el capitalismo. Por un lado, muestra que el capitalismo tiene la tendencia potencialmente peligrosa de permitir que las personas tengan éxito no en función del mérito, sino en función de quién puede gritar más fuerte. También muestra los peligros de darle un micrófono a la persona que hace más ruido en la sala, incluso cuando esa persona está obviamente mal informada. Si bien su ascenso inicial como músico puede haber sido un reflejo de lo que es posible a través del talento, su estrellato actual también parece ser un reflejo de una sociedad global que se ha corrompido por la obsesión con la fama. La fama se ha convertido en la nueva moneda. Los personajes famosos son nuestros nuevos profetas o mesías en un mundo que ha perdido de vista lo que es verdaderamente importante en la vida.

Su caída es un reflejo de una recalibración de la verdad sobre la desinformación. Es un recordatorio reconfortante de que el mundo no aceptará ninguna forma de antisemitismo ni ningún tipo de prejuicio. A medida que pasan las décadas, las nuevas generaciones pueden volverse menos conscientes de las atrocidades cometidas contra el pueblo judío durante muchos siglos. Las acusaciones falsas y antisemitas de cualquier persona deben tomarse en serio, incluso si esa persona está trastornada, y deben anularse para que la historia nunca se repita. Todos los seres humanos tienen el deber de crear un entorno en el que los judíos de todo el mundo nunca tengan que volver a vivir con miedo a la persecución.

En un mundo en el que no existe la mala publicidad, temo que la caída del Sr. West pueda proporcionarle la publicidad que necesita para levantarse de nuevo. La humanidad tiene la obligación moral de asegurarse de que esto no suceda.

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